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jueves, 2 de junio de 2011

Escritores fantasmas, escritores por encargo, escritores sin firma, escritores negros o negros de la literatura. ¿Quiénes son? ¿A qué se dedican? © Ivette Durán Calderón

Ivette Durán Calderón





Hasta qué punto es ético presentar como propio el trabajo de otro, aunque se obtenga su consentimiento? ¿No es acaso un engaño, aunque sea un engaño legal?

El escritor argentino Julio Cortázar escribió en uno de sus cuentos:
 “…las palabras podían ser vendidas pero nunca compradas, por más absurdo que parezca”, y en Suecia se condena a quien compra prostitución, a quien la vende (es decir, al hombre, generalmente, que va y le dice a una mujer, “¿Cuánto?”, no a la prostituta). Yo creo que ambos ejemplos podrían o deberían aplicarse a la literatura. El criminal es el que paga al escritor fantasma y firma el libro, no el pobre hombre que luego de quemarse los ojos para aprender el oficio de escritor tiene que trabajar por 1 euro la hora (o 100, me da igual) para una persona que está engañando a todo el mundo. Es decir, el escritor fantasma debería poder cobrar el adelanto y luego estar en su derecho de denunciar a la persona que ha demandado el servicio. Es que me parece despreciable y aberrante que una persona pague para decir que ha escrito un libro. El éxito -es mi opinión- está sobrevalorado./SAVONAROLA/LIVDUCA

Los llamados escritores fantasmas, escritores por encargo, escritores sin firma, escritores negros o negros de la literatura adquieren gran popularidad en el mundo gracias a los actuales medios de comunicación y al apogeo de las nuevas tecnologías.

No es lo mismo un Escritor Fantasma, que un Fantasma Escritor
Escritor fantasma (Ghostwriter nombre original en inglés) es el nombre de esta actividad, que ha sido fuente de inspiración para libros y películas, tal es el caso de la película del mismo nombre producida por Roman Polanski el Año: 2010. Género: Thriller, Intriga. Sinopsis de la trama: Un escritor (Ewan McGregor) acepta a regañadientes terminar las memorias del antiguo Primer Ministro británico Adam Lang (Pierce Brosnan), después de que la persona que lo estaba haciendo, que llevaba muchos años como ayudante de Lang, muriera en un accidente. El escritor toma un vuelo para trabajar en el proyecto, en pleno invierno, en una casa junto al mar de una isla en la costa este de Estados Unidos. Sin embargo, al día siguiente de llegar, un antiguo ministro británico del gabinete de Lang acusa a éste de autorizar la captura ilegal de sospechosos de terrorismo y su posterior entrega a la CIA para que los torture, hechos que están considerados como crímenes de guerra. La controversia atrae a periodistas y manifestantes en masa a la mansión de la isla donde se aloja Lang con su mujer, Ruth (Olivia Williams), y su ayudante personal, Amelia Bly (Kim Cattrall).

Fantasma Escritor (Ghostwriter es su nombre original en inglés, aunque su traducción literal no es la correcta, el nombre debió ser: The ghost who writes) es una serie de televisión producida por la Children's Television Workshop y la BBC, transmitida por la cadena PBS en los Estados Unidos entre octubre de 1992 y febrero de 1995 y por Discovery Kids en América Latina.

Nos cuenta wikipedia que la serie fue creada para educar niños de escuela primaria e intermedia en las áreas de lectura y escritura para personas de habla inglesa. Cada misterio se presenta como un arco de historia, cubriendo cuatro o cinco episodios de treinta minutos. Se busca interesar a los niños de la audiencia televisiva a que sigan cada misterio y usen las pistas dadas para intentar resolver misterios de la misma forma que el equipo del fantasma escritor lo hace en la serie.
Dicha serie fue elogiada y homenajeada por su presentación de un mundo realístico y racialmente diverso en la televisión norteamericana en sus historias de misterios de duración de dos horas. Para el final de su tercer y último año en televisión, el fantasma escritor fue reconocido entre los cinco mejores programas televisivos para niños de la televisión norteamericana de esa temporada. El programa fue cancelado luego de su tercera temporada --no por una falta de popularidad, sino por una falta de fondos.

Aclaradas las diferencias, voy a referirme a los escritores por encargo, y es que algunos se han organizado a través de un blog y exponen sus argumentos para justificar su existencia, lo que me permite colegir varios aspectos:

Quiénes son
“Son una organización de escritores fantasmas que se dedican a escribir textos de otros.
La lista es tan larga como la imaginación: Memorias, ensayos, monografías, tesis, material académico de distintas disciplinas, textos empresariales o de organizaciones sociales, políticas, sindicales, elaboración de discursos… Y todos los etcéteras correlativos a diferentes necesidades.
Asimismo, dicen ser de capital ayuda a la hora de preparar, corregir y hasta editar un libro. O, mucho antes, de darle empuje a la idea y acompañar en el proceso creativo y de producción.
Su trabajo es tan confidencial que extienden su discreción hasta ellos mismos.
Aseguran que la calidad de sus escritores y traductores es altamente reconocida, pues hablan de escritores fantasmas que, a su vez, son muy conocidos en el mundo literario, periodístico y en el terreno del pensamiento.”

Qué hacen
“Su contrato tiene las características generales de cualquier contrato comercial entre las partes en donde se estiman los honorarios y modo de pago, tiempo de entrega.
Particularidad del Contrato
En cuanto a los derechos de autor, éstos serán del cliente. Plenamente.
Las partes firman una cláusula de Confidencialidad; es decir, se comprometen a mantener absoluta reserva sobre la identidad del cliente como así también la del escritor fantasma.
Pero las partes no podrán, a su vez, llevar a cabo el contrato sin antes estar, cada una de ellas, identificadas; esto es, por parte de Su Escritor Fantasma S.A. será identificado el nombre real del /l@s escrit@res asignad@/s por Su Escritor Fantasma S.A. para realizar el trabajo y, por parte del cliente, éste también será identificado.”

Para quiénes
“Profesionales, de muy diversas disciplinas.
Empresas
Editores
Estudiantes Universitarios de grado y post-grado
ONGs
Artistas
Deportistas
Sindicatos
Partidos Políticos
Instituciones, Fundaciones, Asociaciones
Usted”
Qué escriben
“aquel guión que me da vueltas en la cabeza pero necesito a alguien que me ayude
aquello sobre lo que nunca me animé a decir o a pensar
deporte
leyes
material de management
mi conferencia
mi ensayo
mi investigación
mi proyecto educacional
mi monografía
mi biografía
mi discurso
mi proyecto político
mi proyecto sanitario
mi proyecto sindical
mi teoría sobre...
mi tesis
mis memorias
sanidad
todo aquello que siempre digo pero no sé cómo escribirlo
un informe exhaustivo sobre la situación tal”

De dónde vienen y a dónde van
I- Ser o Existir, cruel paradoja
Están convencidos de que la situación de los escritores no deja de ser paradójica; esto es, a pesar de que muchos de ellos tienen un destacado reconocimiento intelectual en sus disciplinas y, justamente, ese reconocimiento les destina a una disyuntiva existencial:
o viven escribiendo lo que quieren escribir -y, va de suyo, sostienen así su reconocimiento intelectual- pero al costo de sacrificar un racional sustento económico,
o no escriben lo que quieren escribir -sino lo que el mercado les pide- y hasta deben firmar con sus nombres aquello que no quieren escribir y entonces pasan a tener un asegurado sustento económico, pero dejando no sólo su reconocimiento sino su misma obra.
II- Asociarse es un modo de Ser
Es así como un pequeño grupo de escritores, periodistas e investigadores, luego de darle muchas vueltas al asunto, tomaron la decisión de asociarse en lo que fue, en un principio, una suerte de distribución de trabajos que seleccionaban juntos y en los cuales nos potenciaban interdisciplinaria y creativamente. Ya el hecho de no estar solos en aquella perversa paradoja fue, de raíz, un enorme paso hacia adelante. Cada uno de ellos sintió el disfrute de compartir, discutir, pensar y crear con otros; esto, entre otras cosas, les permitió entrever la enorme cantidad de posibilidades que se les abría, sencillamente abriendo el abanico a otros.
III- Ser con otros, y una sana paradoja
Ahora, cada uno de ellos disponía de mayor tiempo para dedicárselo a la obra propia, ya que el reparto del tiempo de trabajo de lo que no era su propia obra se lo permitía.
Pero, se encontraron con otra paradoja, con una sana paradoja: el tiempo de trabajo de lo que no era su propia obra, en tanto se achicaba, también aumentaba con respecto a la calidad. Fue un feliz hallazgo.
IV- Integralidad.
En el núcleo de ese aumento de calidad, aparecía lo mejor de ellos, aquello que sólo y celosamente antes guardaban para sus propias obras. Aquello era, ahora, natural y genuinamente desplazado a los otros trabajos, a los que antes desacreditaban por no ser sus obras propias. Así, pudieron integrarse no sólo con el otro sino, elemental y primordialmente, con cada uno de ellos mismos. Sus obras, por fin, ya no estaban separadas de su trabajo.
V- Redes
Este hallazgo, les ha permitido crecer hasta llegar a ser una organización lograda a través de redes. Sus relaciones profesionales e Internet, permitieron abrir el abanico de su experiencia, y profundizarla.
VI- Ahí están, esto son
Decidieron entonces, salir a mostrarse en un blog, luego de quince años de aquella primera decisión tomada entre cuatro amigos y con el soporte de su labor en todos estos años, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, sus traductores son de una exquisita calidad.
Salieron sin abandonar aquello que les constituye: el escritor fantasma (the ghost writer).

Luego de leer la presentación que hacen de sí mismo los autodefinidos y resignados escritores fantasmas, debemos referirnos al tema de un modo general, independientemente de un específico grupo de amigos y enfocar de manera tan seria como real la ineludible existencia cada vez más afianzada de los ghost writter, coloquialmente llamados fantasmines de las letras, negros o escritores por encargo.

Me remito a lo expuesto por Téxil Gardey, quien sostiene que los autores que deciden unirse a alguna firma u ofrecer sus servicios de redactores para la creación de novelas, relatos o textos del género que sea sin exigir para ello que su nombre aparezca firmando tales trabajos, son llamados fantasmas, en España reciben el nombre de “negros”, sin embargo esta calificación no es correcta porque el término viene del inglés Ghostwriter que significa escritor fantasma.

El trabajo del escritor fantasma -ghost writer-
Un escritor fantasma es un profesional a quien se lo contrata para escribir autobiografías, cuentos, artículos, novelas u otras obras sin tener derechos sobre las mismas; a veces simplemente se lo nombra como un colaborador.

A él se le da el tema y los datos que necesita tener en cuenta, escribe en base a eso y recibe a cambio un dinero. Suelen ser contratados por políticos o famosos para realizar biografías y también para escribir columnas en alguna revista.

Una de las cualidades de la que cuenta un escritor fantasma es la de ser muy versátil, puede imitar estilos y voces de otros, por lo cual sus artículos no se parecen entre sí y sí responden a la personalidad que la persona que lo contrato deseó que tuviera el artículo.

Hay personas a quienes se les ocurren muchas ideas para crear una obra, de hecho algunas de ellas muy buenas, sin embargo cuando desean plasmar en un papel lo que se les ha ocurrido parecen quedarse en blanco, entonces contratan los servicios de alguno de estos escritores para   que él redacte la historia y quien tuvo la idea aparece como autor sin haberla escrito.






"La habilidad más importante que un escritor fantasma puede ofrecer es la capacidad de palabras que suenen como salidas de su boca. Si los camaleones pudieran escribir, serían escritores fantasma ideales, cambiando el estilo de su escritura con el cliente".

La habilidad de ser un camaleón de las letras
Por otro lado, los escritores fantasmas están acostumbrados a escribir utilizando diversos estilos, algunos cómicos, otros más formales y hasta periodísticos, de acuerdo a los intereses de sus clientes.
Algunos escritores fantasmas trabajan por su cuenta, son contratados por los clientes especialmente y se encargan de llevar ellos mismos el tema de contratos y demás, otros prefieren escribir para compañías que se dedican a publicar libros para terceros; sin embargo en este último caso ocurre el inconveniente de que las tarifas son menos negociables y tienen que aprobarse por un comité creado para tal efecto, el trato es impersonal y los contratos no suelen ser del todo favorables para los escritores.

El trabajo de un escritor fantasma no tiene por qué ser mediocre, o malo; existen algunos que sólo trabajan por el dinero y entonces producen porquerías, sin embargo, otros se toman muy enserio el trabajo y le dedican tiempo y vida y trabajan con sus clientes muy de cerca.
Una de las empresas que se dedica a contratar escritores fantasmas, pone en su portal de Internet: “A un escritor profesional no le supone ningún problema sentarse frente al ordenador en blanco y encontrar una primera frase; pero para el que no es profesional, esta tarea teóricamente sencilla puede ser tan desbordante como darle un bisturí a un escritor y decirle: Adelante, haz tu primer corte.”

Cuestiones de ética y profesionalismo
En torno a la profesión de los escritores fantasmas existe una gran controversia, debido a planteos de tipo ético. Preguntas como ¿es la vocación un bien negociable? ¿es de buena conducta trabajar escribiendo usando la voz de otro? son las que suelen discutirse al respecto.
En este último tiempo se ha discutido mucho acerca de este tema ya que escritores famosos como Camilo José Cela, que han vendido importantes títulos y que han hecho historia en la literatura española aparentemente no han escrito todo cuanto han publicado a su nombre, la pregunta es ¿es esto ético?

Obras de autoría compartida
Otro tipo de escritores fantasmas son las corporaciones como Wu Ming que es una firma de autoría formada por cinco escritores que trabajan en conjunto sobre las obras. Estos escritores procedentes de Bologna son: Roberto Bui, Giovanni Cattabriga, Lucca Di Meo, Federico Guglielmi y Riccardo Pedrini.
Cuando escriben por separado firman con los seudónimos numerados: Wu Ming 1, 2, 3, 4 y 5. Las obras que más han vendido son “Sucedió en el Ave”, “El amante de la belleza” y “Desde la ventana”. Cabe aclarar que Wu Ming en chino significa “sin nombre”, recientemente han publicado una nueva obra, “Manituana”, la cual ya Ha vendido en Italia más de 200.000 ejemplares.
En los últimos años, debido al declive de la empresa editorial, muchos autores nóveles se han volcado por la autoría compartida, en la que han incursionado incluso escritores conocidos como Juan José Millás.
De todos modos, según él mismo los resultados de los trabajos en grupo no son buenos: “Me he vuelto a tropezar con alguna novela en la que he participado por Internet. No tengo mucha confianza en ellas porque la importancia de toda obra es lo que no se ve, el sistema nervioso, lo que le da un sentido y está por debajo. En estas cosas se compite por ver quién es el más ingenioso y no resultan eficaces”/ Téxil Gardey/LIVDUCA

Apuntes sueltos:
Escritores fantasma: La marca blanda de la literatura
“¿ Y crees que Boris Izaguirre escribió su libro…él mismo?” Desayunando hoy con un amigo salió el tema de los escritores fantasma o negros, como se los conoce en España, - escribe Cris Reglero, y continúa: Una palabra que resulta siempre algo incómoda y una práctica que, aunque sobradamente reconocida, se vuelve irremediablemente turbia, rozando lo tabú, desde el momento que implica ocultación. La hemos colocado en el difuso borde de la ética.
Escritores “negros” ¿por qué?
Cris Reglero apunta lo siguiente: “Aunque doy por hecho que la utilización de colaboradores fantasma en las artes es muy previa a esa fecha, en Escribir en colaboración, ensayo escrito en 2008 por los críticos franceses Michel Lafon y Benoît Peeters, se señala que el término negro para referirse a los escritores que ejercen en la sombra fue utilizado ya en 1845 por Eugène de Mirecourt, en un panfleto lanzado contra Alejandro Dumas (padre):
Fábrica de novelas, Casa Alejandro Dumas y Compañía: Rasque un poco en la piel de Dumas y encontrará al salvaje. Come patatas que saca ardiendo de la ceniza del fogón y las devora sin quitarles la piel: ¡un negro! Como necesita 200.000 francos al año, alquila desertores intelectuales y traductores a salario que los degradan a la condición de negros que trabajan bajo el látigo de un mulato!
Con estas palabras, el crítico Eugene de Mirecourt aprovechaba no sólo para desprestigiar a Dumas por su procedencia africana (abuela materna), sino para reprocharle el firmar en exclusividad sus novelas, cuando en realidad –afirma el mencionado ensayo- obras como El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros, entre otras, fueron escritas conjuntamente por Dumas y Auguste Maquet.
Atendiendo a la lógica, el decir que Alejandro Dumas se valió de colaboradores resulta casi obvio, pues si revisamos la interminable lista de obras que se le atribuyen –y, por cierto, el sobrado tamaño de la mayoría de ellas- resulta evidente que no hay mano capaz de escribir tanto y con tanta rapidez. Algo aplicable a muchos escritores contemporáneos que nos dejan boquiabiertos con su velocidad cósmica a la hora de publicar novedades..
Lo sabemos. Y habrá quienes, sin embargo, se hayan llevado una desilusión tal como la que sentimos cuando descubrimos que nuestro lienzo favorito de Rembrant no fue pintado por su mano, sino por la escuela de, valga el término escuela en pintura como sinónimo amable a negro en literatura.
Volviendo a casa tras el desayuno con mi amigo, me preguntaba por qué la existencia de escritores fantasma es un secreto a voces, pero un secreto al fin y al cabo. Un tabú. Por qué a los lectores nos desilusiona conocer de su existencia y no queremos ni oír hablar de ello. Si googleamos “escritores fantasma” accedemos sin problema a la web de empresas de escritores fantasma; empresas absolutamente legales que abiertamente ofrecen los servicios de escritores sin firma que harán realidad los sueños de cualquier famoso que quiera escribir y firmar su autobiografía, de cualquier escritor de renombre que no sea capaz de escribir los dos tomos anuales que figuran en su contrato; hasta de un editor que sueñe con que el escritor de moda escriba en cuatro meses un libro sobre el tema de moda, llámese templarios o amenaza extraterrestre. Y sin embargo a nadie le gusta hablar de ello, y es casi imposible dar con sus nombres.
Me temo que una vez más estamos ante el poderoso marketing, que se da de bruces contra cualquier atisbo de romanticismo. Los escritores desconocidos se prestan al juego porque no les queda otra, y porque tal vez sea la única forma de entrar en el negocio. Los lectores nos lo hemos comido sin rechistar y nos dejamos sugestionar por un nombre. Pecamos de vagancia y preferimos el tiro hecho, el lugar que creemos seguro, un libro de marca. Las editoriales lo saben. No es lo mismo Pepito Pérez que JOSEPH PERICH, y no es lo mismo Leche Pascual que la del Carrefour, aunque saliesen de la misma fábrica. Lanzar a Pepito Pérez a la marabunta cuesta dinero. Joseph Perich es dinero. No por casualidad hay autores cuyo nombre ocupa más que el título en la cubierta de sus libros.

¿Hasta qué punto es ético presentar como propio el trabajo de otro, aunque se obtenga su consentimiento? ¿No es acaso un engaño, aunque sea un engaño legal?
A mí personalmente me gustaría saber a quién le debo el placer de leer un buen libro, o si alguna vez he tachado de genial a alguien que sólo ha cogido un boli para firmar autógrafos en la presentación”. /Posted by Cris Reglero/LIVDUCA 

Un fantasma que escribe para muchos a la vez
En el periódico El Mercurio, leí un artículo de Andrea Elgueta quien contaba lo siguiente: “El primer escritor profesional que conocí fue Paco López Fischer. A los 12 años cobraba un mazapán por una carta de amor.
Su otra pasión consistía en lanzar perdigones de papel humedecidos con su saliva y bolitas de migajón. Su blanco favorito eran las orejas. Una tarde de granizo descubrió que pocos impactos duelen como un golpe en el lóbulo. Además, se trataba de un objetivo ideal para un virtuoso. Es fácil darle a una nuca. Las orejas reclaman puntería.
Lanzar proyectiles fue la primera señal de que quería comunicarse a distancia. Sin embargo, como autor no buscaba destinatarios propios. Escribía cartas sobre pedido. Hacía dos o tres preguntas sobre la chica en cuestión. Eso le bastaba para concebir un pormenorizado romance literario.
En la época en que las peluquerías se volvían "unisex", comenzó a recibir encargos de mujeres para dirigirse a sus novios. Con admirable profesionalismo, se puso en la piel de las enamoradas y redactó elogios y reproches de emoción genuina.
En ocasiones se hacía cargo de las dos partes de la correspondencia, mostrando habilidad para enamorarse y abandonarse a sí mismo.
Al terminar la secundaria ya le decíamos Cyrano. El apodo le iba bien por su capacidad de escribir con corazón ajeno y su carácter de duelista. El seductor anónimo era un adversario conocido. Provocaba lanzando bolitas de papel; si la víctima lo retaba, disfrutaba de una buena golpiza. La misma persona que suplantaba por escrito a la dulce Naty, tenía los nudillos destrozados. Su cuerpo de boxeador podía albergar a una doncella o a un rudo pretendiente.
Cuando empecé a escribir me vio con desprecio: "Eso no es profesional". En efecto, yo no cobraba.
Poco después me cambié de escuela y le perdí la pista. Quise escribir un cuento sobre él, pero me faltaba el desenlace. Me intrigaba que hubiera atado y desatado los romances de una generación sin mostrar otro interés por los demás que el ocasional deseo de partirles la cara. Su escritura había sido utilitaria; no cultivaba otro género que las cartas por encargo. El enigma se perfeccionaba porque yo estaba en sus antípodas: no cobraba, confundía mis pasiones con las ajenas, carecía de entusiasmo por el pleito.
Busqué su nombre en revistas de jóvenes escritores y editoriales marginales; en premios, becas y congresos. Fue en vano.
Hace unas semanas lo encontré en Twitter, amparado en un seudónimo sólo descifrable para sus amigos de primaria. Le pedí que nos reuniéramos. Su respuesta fue típica de la realidad sin fronteras de internet: vive en Alaska. El niño que cobraba con mazapanes ahora trabaja para una compañía de alimentos bajos en calorías.
Sus aforismos en la red van de lo desafiante a lo rabioso. Estaba por borrarlo de mi lista de twitteros cuando me avisó que vendría a México. Nos encontramos y entendí por qué no había puesto su foto en Twitter: no hace otro ejercicio que enviar mensajes. Sin embargo, está satisfecho del destino que le ha dejado un cuerpo rubicundo, abusivamente sedentario: es escritor fantasma de 200 cuentas de Twitter. Cobra por eso y calcula que en unos meses podrá abandonar su otro trabajo. Sus clientes son políticos de distintos partidos, parejas atribuladas, seductores que cortejan al mayoreo, opinionistas de la prensa, actrices más o menos famosas y "ciudadanos de a pie". La tecnología vino en su auxilio para convertirlo en Cyrano del siglo XXI: "Hay gente que no tiene qué decir, pero hoy en día si no mandas mensajes, no existes", explicó.
Le pregunté si no era conflictivo representar a tantas almas, y me dio otra lección de materialismo: "Sólo si no me pagan". Su gusto por comunicar es perfectamente instrumental: lanza palabras como quien avienta huesos de aceituna. Le apasiona establecer contacto sin motivo para hacerlo, una afición primitiva, típica de nuestra modernidad.
No se ha casado y no necesita otras relaciones más que las que modifica a distancia. Fiel a su estilo, me preguntó cuánto me pagaban. Le pareció una bicoca. Luego criticó mi ropa: "Tweed de imitación". Era extraño que un autor fantasma dijera eso. Luego el hombre de las 200 voces me criticó de un modo peculiar: "Tus textos siempre parecen tuyos".
Hablar con Paco me dejó la sensación de dirigirme a 200 personas que no estaban ahí. Él se decepcionó de sólo dirigirse a mí./Andrea Elgueta/LIVDUCA

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