Los libros son materiales vinculados a la cultura que surgen con el propósito de entretener e instruir y, sin embargo, muchas veces terminan destruidos por caprichos del ser humano.
Esta vez, es la comuna escocesa de West Dunbartonshire la que puso en marcha un proceso destructivo a nivel literario porque sus autoridades, como demostración del respaldo que intentan ofrecerle a la causa palestina, han optado por retirar de las bibliotecas públicas aquellos ejemplares que hayan sido impresos en Israel.
Este dato alcanzó una gran repercusión internacional desde el diario israelí “Yediot Ahronot” lo hizo público y obligó a los funcionarios comunales a dar su propia versión al respecto.
Según reproduce la agencia Ansa, un vocero indicó que las autoridades de la región “no boicotearán libros israelíes impresos en Gran Bretaña”, sino que aplicarán la medida sólo a los productos publicados en territorio israelí. Además, la misma fuente aclaró que esta postura no será retroactiva, es decir, no perjudicará a las obras que ya formen parte del inventario de las bibliotecas de la zona.
Consultado sobre esta iniciativa que perjudica a exponentes del mundo de las letras y a los lectores, el novelista Allon Hillu consideró “completamente fuera de lugar” la medida ya que “en Israel los escritores expresan el lado más equilibrado de la sociedad”, mientras que Amos Oz se limitó a calificarla de “vergonzosa”.
Asimismo, la embajada israelí en Gran Bretaña se refirió con dureza al episodio. “Donde hoy se boicotean libros, en el futuro podremos asistir también a su quema”, expresó el embajador en Londres Ron Prossor.
La polémica promete multiplicarse con el paso de las horas y dar espacio a numerosas posturas, aunque en este caso no deberían privilegiarse las ideologías y explicaciones humanas sino los libros, esos objetos imprescindibles para la cultura que con frecuencia soportan castigos inmerecidos sólo porque el hombre los convierte en armas de combate.
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