Por Ivette Durán Calderón
No cabe duda que uno de los eventos más importantes para cualquier apasionado de la lectura es una Feria del Libro, no lo es menos para los propios escritores, ya que se forma una especie de círculo vicioso: no hay escritores sin lectores, ni lectores sin escritores, sea cual fuere el formato de su edición, es decir, contar con un libro en formato digital o el tradicional libro de papel.
¿Están acaso las Ferias del Libro destinadas a desaparecer? Resulta difícil, casi imposible, puesto que los buenos lectores siempre estarán en busca de los libros descatalogados, incunables, coleccionables, best sellers, novedades, etc, y siempre sentirán esa necesidad de sentir la textura de un buen libro en sus manos.
Para muchas personas este tema resulta irrelevante, puesto que siempre podrán adquirir el ejemplar de su agrado en cualquier comercio especializado o no. Sin embargo también existe un buen número de defensores de las ferias de libros, aquellos que no se resignan a perder la oportunidad de dar a conocer su cultura literaria, y acaso la posibilidad de conocer a su autor preferido en la tradicional “firma de libros”.
Arte y cultura en sus diferentes manifestaciones cuentan con espacios exclusivamente destinados para su promoción y difusión, sin embargo, el presupuesto muchas veces no alcanza para la literatura , concretamente para las ferias de libros y toman la errónea decisión de suprimir tales eventos junto con la supresión de premiaciones e incentivos a las actividades literarias y a sus protagonistas.
Tanto lectores como escritores se sienten totalmente desprotegidos, los primeros porque perderán oportunidades de precio y posibilidad de conocer a sus autores, y por otra parte los escritores locales principalmente y los nuevos valores nacionales o internacionales que ven reducido su espacio de expansión.
Tema aparte son los escritores carentes de editor, es decir los “autoeditores” que pese a haberles costado mucho esfuerzo la publicación de su obra, mientras no esté respaldada por un sello editor, no encuentra cabida en el mercado, ni en librerías ni en ferias de libros, convirtiéndose en muchos casos en simples números de ingreso para las imprentas.
Al respecto, y honrando las ferias vigentes, Téxil Gardey nos ofrece este interesante artículo:
La feria del libro, un espacio para los lectores
Los eventos más importantes en lo que se refiere a libros, son las ferias, exposiciones donde las editoriales presentan los nuevos volúmenes y permiten que los lectores revuelvan, estén en contacto con los libros y se lleven aquellos que les gustan.
Existen muchas modalidades de ferias del libro, algunas se realizan a la intemperie, colocando carpas en una calle o en una plaza, como lo son la feria de Madrid, Barcelona y Las Palmas, otras, como la de Buenos Aires, se hacen en un recinto cerrado, en este caso es la sede de la Sociedad Rural Argentina.
Existen ferias del libro profesionales, a las cuales acuden sólo personas que trabajan en el sector, y mixtas, donde participan los profesionales y cualquier persona que lo desee, estas últimas están abiertas a todos los públicos y generalmente para participar hay que pagar una entrada.
Principales ferias del libro a nivel mundial
Los principales organizadores de la feria del libro son los libreros y editores, pero reciben el apoyo de consejerías, equipo del gobierno encargado de la cultura y los medios locales, para la difusión del evento. A él concurren personas de todas partes, y pese a que la lectura no es una actividad que pueda decirse que está de moda, para estas fechas suele haber un cambio aparente en la mentalidad de las sociedades y cada vez sorprenden más los números de los concurrentes a estos eventos.
Entre las ferias más importantes del mundo se encuentran: la de Fránkfurt, la de São Paulo, la de Guadalajara, la de Buenos Aires, la de Londres, la de Madrid y la de Chicago.
La Feria del Libro de Fránkfurt
Es la más importante del mundo y se realiza en Fránkfurt o Fráncfort del Meno, en Alemania. A ella acuden personas de todo el mundo y los principales representantes de publicidad, editoriales y demás organismos relacionados con la publicación de obras.
Anualmente se reúnen allí 6.700 expositores y alrededor de 270.000 visitantes. Además de contar con la presencia de editores y libreros, participan de la organización de este evento, agentes publicitarios, ilustradores, académicos, traductores y periodistas de todo el mundo. Año a año ha ido creciendo esta feria, y cada vez es mayor el número de expositores y visitantes que recibe.
En cada nuevo evento se invita a la literatura de una región en particular para convertirla en invitada de honor y todo en la feria gira en torno a ella. El año pasado la invitada de honor fue la literatura argentina y se llevaron a cabo conferencias, certámenes y círculos cuyo eje central era la literatura de este país. En el 2007 la invitada de honor fue la literatura catalana, y se desarrolló un evento que hacía un recorrido a través de la historia de la industria editorial de Cataluña y la visión contemporánea de la lengua catalana.
Feria del libro de Buenos Aires
Este evento se realiza cada año entre los meses de abril y mayo. Los escritores más importantes del mundo, sobre todo aquellos de habla hispana, acuden a este evento a presentar sus obras, brindan conferencias y firman autógrafos para quienes lo deseen.
Esta es la feria del libro más importante de Latinoamérica y es un encuentro fundamental entre los lectores y los autores, y entre estos y las editoriales, los libreros, distribuidores, educadores, bibliotecarios, científicos y todos los que se encuentran en el mercado editorial.
Este evento se realiza desde hace 37 años y es organizado por una fundación sin fines lucrativos, llamada “Fundación El Libro”, que se halla integrada por la Sociedad Argentina de Escritores, la Cámara Argentina del Libro, la Cámara Argentina de Publicaciones, el Sector de Libros y Revistas de la Cámara Española de Comercio, la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines, y la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines.
En las últimas entregas de esta feria el terreno donde se realizó creció considerablemente, llegando a ocupar 45.000 m2 y recibiendo la participación de escritores, lectores y agentes de más de 50 países. Además se estima que esta feria supera los 1.200.000 visitantes cada año.
Entre las personalidades que se han hecho presentes en este evento se encuentran: Paul Auster, Wilbur Smith Susan Sontag, José Saramago, Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte, Rosa Montero y muchos más.
Cabe aclarar, que además de la Feria Internacional, en Buenos Aires se realiza anualmente la feria infantil y la juvenil de libros, que son similares a la anterior pero enfocadas a un público más específico.
La importancia de este evento
La feria del libro es una oportunidad única para los aficionados a la lectura para conocer nuevos autores, editoriales y demás. Los lectores son los protagonistas de este evento, sin ellos no sería posible, por eso la importancia cultural de la feria del libro reside en quienes la visitan por sobre los que la organizan y participan de forma profesional de ella.
Para los autores noveles también es una oportunidad única, pues pueden darse a conocer en editoriales o contactarse con editores, conocer lo que se está vendiendo en el mercado, acceder a recursos de promoción y muchos otros, que pueden ayudarlos a mejorar en la escritura y convertirse en escritores que publican.
Indudablemente la feria del libro es un acontecimiento imprescindible para la difusión de la literatura en todos sus géneros y permite incentivar a aquellos que no tienen cercanía con los libros a acercarse a la lectura, a entender que “los libros no muerden”, y que leer puede ser una de las actividades más placenteras y que más enriquezcan la mente, el cuerpo y el alma./ Téxil Gardey/LIVDUCA
“ Los lectores son un género que está desapareciendo. Escritores hay muchos, pero lectores...”
Jorge Luis Borges, Elogio de la sombra, 1969.
Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
a mí me enorgullecen las que he leído.
No habré sido un filólogo,
no habré inquirido las declinaciones, los modos,
la laboriosa mutación de las letras,
la de que se endurece en te,
la equivalencia de la ge y de la ka,
pero a lo largo de mis años he profesado
la pasión del lenguaje.
Mis noches están llenas de Virgilio;
haber sabido y haber olvidado el latín
es una posesión, porque el olvido
es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda.
Cuando en mis ojos se borraron
las vanas apariencias queridas,
los rostros y la página,
me di al estudio del lenguaje de hierro
que usaron mis mayores para cantar
espadas y soledades,
y ahora, a través de siete siglos,
desde la Última Thule,
tu voz me llega, Snorri Sturluson.
El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa
y lo hace en pos de un conocimiento preciso;
a mis años, toda empresa es una aventura
que linda con la noche.
No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,
no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;
la tarea que emprendo es ilimitada
y ha de acompañarme hasta el fin,
no menos misteriosa que el universo
y que yo, el aprendiz.
Cuando descubrimos la Lectura, se nos abre un mundo nuevo de ideas y sin querer nos convertimos en Idearios y si de convertir se trata, podemos cambiar lo escrito por otros y darle el sentido que queramos desde nuestra propia perspectiva.
Y así vamos formando una cadena que tanto a escritores como a lectores, eslabones de ésta, nos une un solo punto.
La Pasión.
Motivarnos a leer es el Primer Paso. Tenemos un sin fin de temas que desde pequeños nos podemos interesar. La lectura corta y sencilla, es la mejor opción para no caer en el Tedio y llegar al hartazgo.
Una vez motivados, debemos dejarnos llevar por esa semilla de Pasión.
Te aseguro que no vas a dejar tan facil al libro, y si el libro quiere nos acompañará el resto de nuestra vida.
Entrevista de dos grandes Intelectuales hecha hace más de 25 años, Donde Borges tiene un contrapunto con Susan Stontag en la forma de ver este fenómeno
En 1985, cuando comenzaba la primera edición de la Feria del Libro de Córdoba, se produjo en la 10ª edición de la Feria del Libro de Buenos Aires un encuentro público memorable, entre Susan Sontag y Jorge Luis Borges. Ese encuentro fue presentado como la “reunión de dos de las mentes más brillantes del siglo 20”.
Ante un público que los ovacionaba y casi impedía la continuidad del diálogo, Susan Sontag (intelectual estadounidense, escritora, artista, directora de cine y teatro, militante de los derechos humanos), recibió con una reverencia a nuestro Jorge Luis Borges y le recordó otra reunión similar en Nueva York: “Aquí estamos otra vez como Laurel y Hardy, representando nuestro número”, y de allí en más se transformaron en cómplices, más que por la lucidez y universal originalidad de sus mentes, por la apasionada relación de ambos con la lectura.
Hace un cuarto de siglo en esa feria se empezaba a hablar del fin del libro. Sontag y Borges no se dieron por aludidos porque estaban leyendo.
–Susan Sontag: Creo que ser escritor es una vocación muy extraña. Casi todos los escritores que conozco, incluso yo misma, sabían desde muy temprana edad que querían ser escritores, desde los seis o siete años.
–Jorge Luis Borges: Yo siempre supe que mi destino era literario, no sé si escritor, pero sí lector; es más grato, siempre lo supe.
–SS: ¿Usted se imaginaba los libros que iba a escribir?
–JLB: No, nunca pensé eso... pensaba en el placer de leer, en el placer de escribir, pero en publicar, no, jamás.
–SS: ¿Cree que hubiera podido ser un escritor como Emily Dickinson, que no publicó nunca durante toda su vida?
–JLB: Sí, pero he cometido la imprudencia de publicar (risas). Estoy de acuerdo, desde luego, con el destino envidiable de Emily Dickinson. Si uno no publica, me dijo Alfonso Reyes, corremos el riesgo de pasarnos la vida corrigiendo borradores. Creo que tenía razón. Pero yo, por ejemplo, publico un libro y no leo nada de lo que se escribe sobre él; no sé si se vende o no, trato de soñar otras cosas, un libro distinto... Pero generalmente me salen parecidos al anterior.
–SS: Alguna vez le preguntaron a Paul Valéry cómo hacía para saber cuándo estaba listo un poema y Valéry le respondió: “Cuando viene el editor y se lo lleva, porque siempre podría mejorarlos o cambiarlos”.
–JLB: A mí me asombra tanto que se hable de edición definitiva... ¿Cómo puede saber el autor que no se va a arrepentir de un punto o de una coma, o de un adjetivo? Es absurdo eso de edición definitiva. ¡Cómo edición definitiva, si el idioma va cambiando también!
–SS: Yo también siento que me gustaría volver a escribir casi absolutamente todo lo que he escrito.
–JLB: Yo quisiera destruir todo lo que he escrito (risas) pero... podría salvar algún libro: El libro de arena, lo demás podría olvidarse. Bueno, quizás La cifra también, lo demás puede y debe olvidarse, sobre todo las Obras Completas (risas).
–SS: ¿Tiene favoritos, entonces?
–JLB: Sí.
–SS: Cuando vuelvo a leer lo que he escrito, trato de hacerlo lo menos posible, obligada por las reediciones. Me siento muy deprimida porque creo que fue malísimo y me avergüenzo de que exista. O, por lo contrario, pienso que fue tan bueno que no voy a volver a escribir algo tan bueno.
–JLB: A mí me pasa también sentir envidia, decir: ¡Ojalá yo hubiera escrito eso!
–SS: Creo que mi imaginación no es tan fuerte como la suya, porque no puedo siquiera imaginarme escribir sin publicar. ¿Usted puede imaginárselo?
–JLB: Yo publiqué mi primer libro a los 24 años, pero no pensé en la venta ni en darlo a conocer a los diarios...
–SS: Para mí, la publicación es una forma de deshacerme de ellos; de no tener que corregirlos más. Es decir que yo tengo que mantener los caños destapados, entonces los publico y no pienso más en ellos.
–JLB: Lo que yo hago es cambiar de temas.
–SS: No sólo cambiar de temas sino también de opinión; lo cual es bastante incómodo, pues la actitud adulta responsable es estar parado siempre detrás de lo que uno ha escrito, respaldándolo.
–JLB: Esa es una actitud comercial, sobre todo.
–SS: No, no creo que sea comercial. Existen libros míos publicados hace 20 años y si algunos los leen no es culpa de nadie que el tiempo haya pasado. Si veo a un joven que lee un libro que escribí 20 años atrás, me sentiría muy poco amable diciéndole que eso ya no me interesa. Eso no significa que no esté contenta porque se están leyendo mis libros. Sólo siento que algunos ya no me atañen más. Mi tarea es estar más allá de mis libros. Es una especie de posición esquizofrénica, porque una parte mía quiere que sigan siendo leídos, pero hay otra parte que es la creativa, entonces me interesa lo que estoy escribiendo ahora o lo que haré en el futuro. También me pasa que cuando hago algo tengo la necesidad de contradecirlo y me siento libre de contradecirlo porque ya lo hice. Por ejemplo, una postura que pude haber tomado, con total honestidad, de pronto la veo distinta; es por eso que me gusta más hablar de las obras de otras personas. ¿Está de acuerdo con algo de esto?
–JLB: Yo nunca releo lo que escribo, es más: me olvido, es como una purificación.
–SS: Es que parece que uno no tiene el mismo acceso a las obras propias como a las de los otros. Para mí, la definición de un libro importante es que se necesita leerlo más de una vez.
–JLB: Sí, sí... los otros son simulacros.
–SS: Claro, la definición que doy a la buena literatura es el volver necesariamente a esos libros, hacer una especie de familia con ellos, un discurso en donde uno es parte.
–JLB: En el caso de la poesía, ésta tiene que ser ligeramente misteriosa, no puede ser explicable; si el poema puede ser explicado casi no es poesía. Tiene que haber algo en las cadencias...
–SS: ¿Qué piensa de la diferencia entre prosa y poesía? Yo soy un poco incrédula de las dicotomías; ni bien uno mira profundamente, las distinciones se derrumban...
–JLB: No yo creo que la diferencia no esté en el texto, sino en el lector; el lector que lee una página en prosa espera razonamientos, noticias, informaciones; pero el que lee una página en verso sabe que tiene que emocionarse antes que nada.
–SS: Yo voy a tomar la postura opuesta, porque por ejemplo, si Dante es poesía ciertamente también es argumento e información; si Kafka es prosa no hay en él ni noticia ni información. Yo no creo que la distinción es entre lo que tenga información y argumento y lo que no.
–JLB: Yo no he dicho que lo que mejor busca el lector es una cosa... Por ejemplo un clásico, no es un libro que esté escrito de un modo, es un libro leído de un cierto modo, con más respeto.
–SS: Entonces cree usted definitivamente que la diferencia radica en los lectores, en la diferencia entre ellos.
–JLB: Claro, tantos tipos de lectores como lectores hay en el mundo...
–SS: ¿Qué dice usted cuando alguien le dice que quiere ser escritor?
–JLB: Le digo que sea lector, que es mucho más grato.
–SS: Sí, especialmente a la gente haragana, ¿no?
–JLB: Yo soy haragán (risas).
–SS: Nosotros, Borges, nos pasamos gran parte de nuestra vida leyendo...
–JLB: Es lo más prudente que se puede hacer...
–SS: Yo me asombro cuando mis colegas me preguntan de dónde saco el tiempo para leer.
–JLB: ¿Para qué sirve el tiempo sino para leer? (risas).
–SS: Yo disfruto realmente al leer, pero a veces pienso “¡No puedo estar todo el tiempo leyendo, más vale que escriba un poco!” Pero insisto, para mí el gran placer radica en leer.
–JLB: Sí, sí... un placer accesible al que mucha gente se niega, no sé por qué...(risas)
–SS: Sí, pareciera que leer es también tanto o más fácil que ver televisión.
–JLB: Claro, claro, mirar televisión enferma; por suerte a mí la ceguera me defiende...(risas).
–SS: Tenemos que aumentar la comunidad de lectores.
–JLB: Los lectores son un género que está desapareciendo. Escritores hay muchos, pero lectores...
–SS: Creo que precisamente por eso es que son tan importantes estas ferias de libros.
–JLB: Claro, para fomentar las sectas de los lectores, las sociedades secretas de los lectores...
–SS: Entonces... ¡qué vivan por mucho tiempo las ferias de libros!
(Risas y muchísimos aplausos)
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