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sábado, 26 de enero de 2019

La caída de las hojas Fernando Celada el poeta de Xochimilco © Ivette Durán Calderón


©Ivette Durán Calderón

Siento particular alegría cuando encuentro algunos —llamados por mí— tesoros literarios, es decir, revistas, libros o periódicos que yacen escondidos e injustamente olvidados. 
Quiero compartir uno de esos hallazgos referido al poeta, dramaturgo y periodista, nacido
en 1871 y fallecido en 1929, Fernando Celada Miranda, quien fue el "El cantor del proletariado". Su pueblo natal, Xochimilco (entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México), lo recuerda como denodado luchador a favor del proletariado. Paralelamente se desempeñó como periodista colaborando con los periódicos, Bandera Roja, Jalisco Nuevo, Redención y otros. Sus ideales le ocasionaron denostación y persecuciones. Su legado poético ha sido variado, recordemos Cantos épicos a Juárez, Martillos y yunques, Bronces, Himnos de los martillos, Para los obreros de la República, Panoramas de ensueño (Pachuca 1918), y otros. El pueblo lo identificó por su afamada poesía romántica "La caída de las hojas" inspirada en la actriz tapatía Camerina Fuentes, quien habría fallecido acompañada por el poeta.

Pero pocos saben o recuerdan que La caída de las hojas no sólo fue un poema, sino un poemario, prologado por el escritor y poeta español Julio Sesto, el cuál luego de la muerte de su amigo, le dedicó la única semblanza que existe acerca de él en su libro La bohemia de la muerte (1929), destacando que "México había perdido a uno de sus cantores más genuinamente populares y amantes del terruño, y, lo que es de hacerse notar el más amante de su pueblo, del verdadero pueblo, que no supo comprenderlo ni agasajarlo, ni hacerlo vivir". Y agregó: Fernando Celada era nativo de Xochimilco, el pueblo bello y bastante ingrato, al que cantó de esta manera:

Van ahogando sin ansias ni dudas crueles
                          las humildes mujeres del pueblo mío
                          que conducen lechugas y betabeles […]
                         Tantas flores ha puesto la Providencia
                         en tu regazo virgen y al par profundo,
                         tantas flores a puesto, que sobra esencia
                         para ungir a las novias de todo el mundo.

Esta breve crónica no estará completa sin ofrecer al lector la citada poesía:
        Las hojas muertas

Cayó como una rosa en mar revuelto...
Y desde entonces a llevar no he vuelto
a su sepulcro lágrimas ni amores.
es que el ingrato corazón olvida,
cuando está en los deleites de la vida,
que los sepulcros necesitan flores.
Murió aquella mujer con la dulzura
de un lirio deshojándose en la albura
del manto de una virgen solitaria;
Su pasión fue más honda que el misterio
vivió como una nota de salterio,
murió como una enferma pasionaria.
Espera, —me decía suplicante—
todavía el desengaño está distante...
no me dejes recuerdos ni congojas;
Aún podemos amar con mucho fuego
no te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera la caída de las hojas...
Espera la llegada de las brumas,
cuando caigan las hojas y las plumas
en los arroyos de aguas entumidas.
Cuando no haya en el bosque enredaderas
y noviembre deshoje las postreras
rosas fragantes al amor nacidas.
Hoy no te vayas, alejarte fuera
no acabar de vivir la primavera
de nuestro amor, que se consume y arde;
Todavía no hay caléndulas marchitas
y para que me llores necesitas
esperar la llegada de la tarde.
Entonces, desplomado en tu cabeza
en mi pecho, que es nido de tristeza,
me dirás lo que en sueños me decías,
pondrás tus labios en mi rostro enjuto
y anudarás con un listón de luto
mis manos cadavéricas y frías.
¡No te vayas por Dios...! Hay muchos nidos
y rompen los claveles encendidos
con un beso sus vírgenes corolas;
todavía tiene el alma arrobamientos
y se pueden juntar dos pensamientos,
como se pueden confundir dos olas.
Deja que nuestras almas soñadoras,
con el recuerdo de perdidas horas,
cierren y entibien sus alitas pálidas,
y que se rompa nuestro amor en besos,
cual se rompe en los árboles espesos,
en abril, un torrente de crisálidas.
¿No ves cómo el amor late y anida
en todas las arterias de la vida
que se me escapa ya?... Te quiero tanto,
que esta pasión que mi tristeza cubre,
me llevará como una flor de octubre
a dormir para siempre al camposanto.
Me da pena morir siendo tan joven,
porque me causa celo que me roben
este cariño que la muerte trunca.
y me presagia el corazón enfermo
que, si en la noche del sepulcro duermo,
no he de volver a contemplarte nunca.
¡Nunca...! ¡Jamás...! En mi postrer regazo
no escucharé ya del eco tu paso,
ni el eco de tu voz... ¡Secreto eterno!
Si dura mi pasión tras de la muerte
y ya no puedo cariñosa verte,
me voy a condenar en un infierno.
¡Ay!¡tanto amor para tan breve instante!
¿Por qué la vida, cuanto más amante
es más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores que se marchitan sin tardanza,
al reflejo del sol de la esperanza
que nunca deja de verter fulgores?
¡No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame un instante... cuando duerma,
cuando ya no contemples mis congojas...
¡Perdona si con lágrimas te aflijo!...
Y cerrando sus párpados, me dijo:
—¡Espera la caída de las hojas!
¡Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la olvidó para siempre! Ya no arde
aquel amor de los lejanos días...
Pero ¡Ay! A veces al soñarla siento
que estremecen mi ser calenturiento
sus manos cadavéricas y frías...!

Fuente: Archivo privado Flía. Durán-Capel

13 comentarios:

  1. "adornamos" calles con nombres de oscuros políticos, y olvidamos a aquellos que como Fernando Celada y otros tantos mexicanos verdaderamente ilustres, cuyos nombres deambulan en las tinieblas del anonimato.

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  2. Considerando el Poema aquí expuesto, me parece que el poeta Celada tuvo una percepción completa de las emociones, del sentimiento... en suma del Amor.

    Felicitaciones a los editores por haber creado este espacio (El Boletín del Escritor) para la expresión literaria, y, como es el caso del poeta de Xochimilco, para el rescate de los valores culturales. Estaré pendiente de sus publicaciones.
    Atentamente
    José Antonio Durand

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    1. Fernando Zelada dejó un legado poético imperecedero.
      Gracias por leernos.

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  3. Por mucho La Caída De Las Hojas uno de mis poetas favoritos. Gracias por este maravilloso momento de disfrutar a este excelente escritor mexicano.

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  4. Por mucho La Caída De Las Hojas uno de mis poemas favoritos. Gracias por este maravilloso momento de disfrutar a este excelente escritor mexicano.

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    1. Poessía que llega y se queda, sin duda. Agradecidos por su lectura.

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  5. Una pregunta, ¿cuándo se publicó el libro "La caída de las Hojas"?

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    1. Fue un homenaje póstumo. Es una compilación de sus mejores poemas. La Editorial es El Libro Español, año 1996.

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  6. Los poetas Mexicanos, son a mi modo de ver, lumbreras olvidadas en su propia tierra, grandes poetas casi olvidados, triste fin para un bardo.
    Yo tengo un tesoro, un libro que compre en mi país por un par de dolares, pero que al abrirlo, encontré luz en esas letras, belleza estética sin más, encontré dolor, alegría pero sobre todo amor, amor por su tierra, por sus mujeres, amor por México.
    Conocer una pizca sobre ciertos poetas Mexicanos de finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, fue un descubrimiento que aunque al azar, se convirtió en mi mayor tesoro, invaluable, y me hizo amar si puedo llamarlo así, una parte de lo que son las letras Mexicanas.

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    1. Atesorar libros es darles vida. México dio mucho y debemos divulgarlo.

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  7. “La Caída de las Hojas” es de mis poemas favoritos.
    Recientemente al morir mi padre y estar ayudándole a mi madre a organizar sus cosas, encontré el libro y me emocioné mucho. Es una edición de 1941, según dice ahí hicieron 500 ejemplares como homenaje al gran Fernando Celada…

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