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lunes, 17 de enero de 2011

El cuento fantástico en América Latina tuvo como precursor a Julio Garmendia


Junto con el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), sin duda el escritor venezolano Julio Garmendia (1898-1977) es uno de sus principales precursores.

Este punto de vista sobre el alcance de la obra de Garmendia lo sostiene el investigador literario larense Yeo Cruz, uno de los biógrafos del escritor venezolano.

Cruz dijo que el escritor incursionó en el “realismo fantástico” incluso antes que el renombrado escritor argentino Jorge Luis Borges, considerado otro de los precursores de este tipo de literatura en América Latina.

En ese sentido, resaltó que “la obra de Garmendia tiene una gran vigencia”, sus personajes son extraídos de la cotidianidad, pero sus acciones apuntan a lo fantástico.

Agregó que este tipo de literatura tiene una gran presencia en América Latina “aunque algunos lo nieguen”.

Cruz expresó: “Los latinoamericanos somos insólitos y eso se traduce en la literatura”, como se observa en la obra de Garmendia, que nació el 9 de enero de 1898, en una hacienda cercana a El Tocuyo, estado Lara.

Estas opiniones sobre la obra de Garmendia las emitió recientemente Yeo Cruz, durante la presentación del libro La tienda de muñecos y otros textos, una antología de la obra del escritor, publicada por la Biblioteca Ayacucho y presentado a finales del año pasado en Barquisimeto.

Se trata de un libro de 285 páginas, y prologado por el crítico literario Oscar Zambrano Urdaneta, uno de los mejores amigos del escritor larense.

Esta obra contiene los primeros cuentos de Garmendia, escritos entre 1917 y 1921. También están publicados, en esta antología, La Tienda de muñecos (1927) y la Tuna de Oro (1942), las dos obras más sobresalientes del cuentista venezolano.

En esta antología igual fueron editados libros publicados después de su muerte: La hoja que no había caído en su otoño (1979) y La motocicleta selvática (2004), así como el relato El regreso de Toñito Esparragosa.

“La obra literaria de Julio Garmendia fue corta, desde el punto de vista cuantitativo, pero muy rica desde el punto de vista de literario”, indicó el investigador Yeo Cruz.

Resaltó que la obra de Garmendia trascendió las fronteras venezolanas y de América Latina, y vino a instalarse en el ámbito de lo que conocemos hoy como la Literatura Universal.

Antecesor del boom literario

En la cronología de la vida y obra de Garmendia publicada en la antología de la Biblioteca Ayacucho, se destaca que a los 19 años de edad, el cuentista publicó sus primeros relatos en el diario El Universal de Caracas, ciudad a donde fue llevado por su padre, para que terminar los estudios de bachillerato, y de esta manera poder ingresar a la universidad.

En 1918, un año más tarde, Garmendia publicó el relato Historia de mi conversión y la crónica El lavatorio del Jueves Santos, en la revista Actualidades, fundada por el novelista Rómulo Gallegos.

Este último reconocido escritor posteriormente fue presidente de Venezuela, pero derrocado el 24 de noviembre de 1948, por un golpe de Estado, apoyado por dirigentes de su propio partido, Acción Democrática (AD).

En la primera década del siglo XX, Garmendia publicó crónicas, artículos y cuentos en diversos periódicos y revistas de Caracas, como el diario El Heraldo, el famoso semanario Fantoches, el periódico humorístico La cabeza del gallo y la revista literaria Billiken, entre otros.

Luego viaja a Europa, donde permanecen durante algunos años. A su regreso al país, publicó su primera obra literaria, La tienda de muñecos (París, 1927), uno de los libros clásicos de la cuentística venezolana.

Posteriormente, vuelve a Europa, donde reside durante 12 largos años. En Venezuela transcurría la dictadura pro-norteamericana de Juan Vicente Gómez (1857-1935), que se instaló en 1908 y se prolongó hasta su muerte, en 1935.

A su regreso a Venezuela, pocos años después de estallar la Segunda Guerra Mundial, Garmendia publicó su segundo gran libro, La Tuna de Oro (Caracas, 1942).

Julio Garmendia falleció en Caracas, el 8 de julio de 1977, a los 79 años de edad.

“Nadie podrá poner en tela de juicio el hecho de que Julio Garmendia fue un innovador del relato breve”, ha sostenido Oscar Zambrano Urdaneta.

Agregó que esto “sin embargo, lo tuvo sin cuidado la circunstancia de haberse adelantado a su tiempo, y de ser, sin proponérselo ni haberlo insinuado nunca, uno de los mayores y más originales antecesores del boom de la narrativa latinoamericana en los años 60”.

Relatos para ángeles

Uno de los primos de Julio Garmendia, Hermann Garmendia, cronista de Barquisimeto durante los años 80, contó una mañana de finales de esta década, que “Julio era muy introvertido”.

Recordó que “vivía en una habitación compuesta exclusivamente por la cama donde dormía. No tenía nada más, a excepción de un loro con quien “conversaba mucho”.

Garmendia vino a Barquisimeto poco antes de morir a finales de la década de los años 70, recorrió las calles, las aceras y las casas donde transcurrió su infancia, recordó.

Asimismo, el escritor preparaba un cuento ambientado en su niñez que finalmente no pudo mostrar. Un relato que estamos seguros se lo llevó bien guardado en uno de los bolsillos para contárselo a los ángeles./colarebo/LIVDUCA

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