El Premio Nobel turco Orhan Pamuk ha sido condenado por un tribunal de justicia de su país a pagar 6.000 liras (unos 3.000 euros) por unas declaraciones que el escritor realizó en el año 2005 para un periódico suizo. El proceso ha sido liderado por el abogado ultranacionalista Kemal Kerinçsiz, que se ha basado en el artículo 301 del código penal, que dice algo así como “insultar la esencia de la nación turca”. Supongo que os estaréis preguntando por las palabras de la discordia, pues son éstas:
Treinta mil kurdos y un millón de armenios fueron asesinados en estas tierras. Nadie se atreve a hablar de ello y a mí me odian por hacerlo.
Eso es lo que dijo Pamuk en aquel momento, pero la versión oficial de Turquía sigue siendo bien distinta, ya que aseguran que durante la I Guerra Mundial no murieron más de 300.000 armenios (que no es poco de por sí), y que en cualquier caso nunca existió un exterminio deliberado de esta minoría. Además, dicen que el mismo número de turcos murió en el mismo conflicto.
Pues por esas palabras citadas anteriormente es por las que tendrá que pagar Orhan, aunque tiene quince días para recurrir la sentencia, lo que es probable que haga. Y es que aunque no es muy grave la condena, y seguramente no creo que le falten al Premio Nobel tres mil euros, Pamuk ve en este caso la larga lucha que está llevando a favor de la libertad de expresión en Turquía. No sé que opinión os merece, y siempre son difíciles y peligrosos estos caminos políticos, aunque la libertad de expresión (siempre con respeto) no debería cuestionarse en estos tiempos. Bien es cierto que a los escritores se les exige muchas veces que den su opinión del mundo, pero no lo es menos que puede terminar siendo negativo. De hecho el pasado domingo leí un artículo de un escritor que me gustaba, pero que después del mismo no volveré a gastarme un euro en sus libros.
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